Hace 25 años se marcó un antes y un después en la vida de nuestra ciudad, cuando nuestras calles no sólo olían a gasolina; sino a negligencia e incapacidad, a cinismo y corrupción.
La tragedia del 22 de abril es una fecha para estar de luto, pero también para recordar aquel momento de transformación social que nos sigue uniendo para levantar la voz por nuestra ciudad, para no cansarnos de luchar por la justicia y para nunca olvidar.
Hoy estuvimos en el Barrio de Analco con quienes padecieron las explosiones; les entregamos 4 millones de pesos que paga la ciudad para apoyar un fideicomiso que mantiene nuestra memoria viva y regresar un poco a quienes lo perdieron todo.
No entiendo en qué momento se dejó de dar este apoyo; por qué nos acostumbramos a vivir en un municipio en el que la respuesta para todo era un: no hay dinero. Este barrio representa esperanza, historia y compromiso para no permitir que la irresponsabilidad y la falta de voluntad vuelvan a secuestrar la vida de los tapatíos. Aquí hay gente como Lilia, una mujer que representa el espíritu de lucha por la justicia, de un mensaje muy claro para que jamás se borre de la memoria de Guadalajara, para que nunca se vuelvan a cometer los errores del pasado.
La paz y la tranquilidad que no se recupera solo con más policías y patrullas, se logra cuando se combate a la violencia con justicia, cuando el dinero de la gente se invierte en la construcción de un cambio de verdad, uno de fondo. Nada más aquí le entramos a la plaza, al mercado de los elotes y a la renovación de calles. Esto también es justicia, y así es como se recupera el rumbo que Guadalajara perdió hace mucho tiempo.
Siempre dijimos que en esta ciudad no faltaban recursos sino vergüenza. Hoy queremos demostrar que nosotros la tenemos y de una vez hicimos el compromiso para que los próximos años sigan recibiendo este apoyo.
