Guadalajara es una ciudad que creció de la mano del comercio, llena de ciudadanos que se esforzaron en crear negocios familiares y prosperar para llevar a esta ciudad a ser una de las más importantes de México y convertirse en la Perla de Occidente. Pero algo pasó, en algún momento se perdió el rumbo y los que alguna vez fueron los centros de la economía de los barrios tapatíos, hoy han caído en el olvido por las autoridades, quienes han puesto un mayor esfuerzo en apoyar a grandes empresarios en lugar de a personas que llevan décadas dedicándose a vender sus mercancías a la comunidad.
Pero aún hay lugares que siguen llenos de vida, en los que transitar por sus pasillos es percibir un mundo de aromas, puestos llenos de frutas y verduras, locales con diversos quesos y cremas traídas de otras partes del estado; carnicerías, pollerías y lugares en donde encontramos jugos y preparados frutales de distintos colores. El Mercado Alcalde cercano al centro de la ciudad es un ejemplo de ello, un lugar en donde las familias tapatías siguen la tradición de llevar a sus hijos a comprar jericallas después de hacer el mandado, y en donde se pueden comer deliciosos platillos hechos con el sabor casero de la Guadalajara de antes.
Doña Mari lleva más de más de la mitad de su vida trabajando aquí, atendiendo un puesto de comida en donde podemos encontrar carne de puerco con chile, ollas de frijoles, chilaquiles y tortillas recién hechas, ella cuenta que sus ventas han bajado por las obras que se están realizando en la zona, “quisiera que arreglaran bien los mercados, aquí el piso está muy feo, nadie ha venido para ver lo que se necesita reparar”.
Emilio también lleva muchos años trabajando en su cremería El Caporal, “a la gente ya no le llega dinero, no hay actividad económica, esa es una realidad”, comenta. Él es uno de los ciudadanos que confía en nuestro proyecto para rescatar a la Guadalajara que todos queremos, “tengo esperanzas de que Enrique Alfaro sea un buen gobernante”, dice don Emilio. Él sabe que en el actual gobierno hay cosas que no funcionan “En pleno siglo 21 hay más corrupción que nunca, el gobierno dice que es puro cuento, pero eso es mentira”.
Esto es un reflejo del sentir de muchas personas, la incertidumbre en la que años de abandono nos han dejado. Aquí podemos ver el carácter trabajador del tapatío, habitantes atendiendo sus negocios desde altas horas de la mañana, pero también el de la gente alegre, que bromea, pero que exige y se rebela contra las injusticias de siempre, “¡para qué voto, si de todos modos van a robar la elección!”, grita alguien en uno de los locales, pero es necesario votar, salir y demostrar que ya no estamos dormidos ni separados, que nuestra fuerza puede poner en movimiento a nuestra Ciudad de las Rosas.
Pedro Mejía es un ciudadano que lleva más de 30 años vendiendo en el Mercado Alcalde, entre limones, pepinos y jitomates encontramos su patrimonio, parte de los frutos dados por los años de trabajo y de servir a su comunidad, “yo creo que se le debe servir al pueblo, a la gente más necesitada, y no llegar a un puesto y olvidarse de la gente que sí necesita. Los gobiernos se han despreocupado de la gente que sí necesita y por eso ha crecido la delincuencia y otras cosas en el país”, opina; él está consciente de la necesidad de rescatar los espacios públicos para la gente, que la cultura nos reúna a convivir como se hacía antes, fortaleciendo la unión de la sociedad y promoviendo la participación de todos.
Don Pedro sabe que las cosas ya están cambiando, “ahora hay mucha gente que ya está despierta y consciente de la situación de México, que ya se están cansando de lo mismo de diario, de que te dan una mochilita o un paraguas o una despensa y compran a la gente”. Los ciudadanos ya se dieron cuenta que las cosas pueden ser diferentes, que entre todos tenemos la posibilidad de regresarle la dignidad y la fuerza a esta ciudad, la Guadalajara que queremos. Los mercados son una parte vital de las tradiciones y la vida que brota en los barrios y colonias de la ciudad, vamos a trabajar por ellos, sin promesas irreales, solo con esfuerzo para regresarle el orgullo a la Perla Tapatía.