Plazas públicas llenas que retumbaron con la emoción de la gente. El inicio de un gran movimiento social. Una batalla perdida, pero una victoria invaluable: la fuerza de las mujeres y hombres libres. Así inició la lucha para cambiar la historia de Jalisco.

Una ciudad rota. Calles destrozadas y oscuras. Parques convertidos en baldíos y espacios públicos que ofendían la dignidad de la gente. Nos dejaron una ciudad diseñada para que nada funcionara. Ante esto, decidimos ordenar la ciudad y eso implicó picarle las costillas al monstruo.

Pobreza, deserción escolar, colonias marginadas. Esta era la realidad de Guadalajara donde las barreras sociales condicionaban el futuro de miles de tapatíos. Donde las cosas se hacían con la absurda idea de tener ciudadanos de primera y de segunda. Aún falta mucho por hacer, pero la ciudad ya no es la misma que hace 3 años.

Cada obra que iniciabamos despertaba polémica. Cada paso que dábamos estaba lleno de obstáculos e intentos por descarrilarnos. Aguantamos y seguimos firmes. Aunque algunos medios al servicio del dinero no paraban de atacarnos, la gente al final vio los resultados y eso hizo que todo valiera la pena.

El honor de haber gobernado la segunda ciudad más importante del país. El trabajo que realizamos sirvió para sentar las bases de una Guadalajara distinta. Contigo reconstruimos la ciudad y ahora la estafeta pasa a manos de un nuevo liderazgo.