Aunque no es difícil llegar a Balcones de Oblatos, localizada en el oriente de la ciudad, históricamente ha sido una de las colonias más olvidadas de Guadalajara.
Muy próxima a la Barranca de Oblatos, sus calles se caracterizan por llevar el nombre de haciendas, debido a que en el siglo 17 en esta zona se construyó la hacienda de una congregación católica conocida como “Los Oblatos del Salvador”.
En la mente de sus habitantes aún está la inundación que sufrieron en septiembre del año pasado, la cual dañó sobre todo a las casas que se encuentran en zonas de declive y dejó el pavimento en pésimas condiciones.
Además de las pérdidas materiales que afectaron su patrimonio, los vecinos siguen irritados porque no fueron atendidos por las autoridades, pese a que solicitaron en múltiples ocasiones que retiraran un inmenso montículo de escombro, el principal causante de la tragedia.
Los más de 35 años que tiene como residente dan autoridad a la señora Christina García Martínez para describir a su barrio como un sitio humilde y cordial, con personas amigables aunque precavidas, a causa de la inseguridad que se incrementa día a día.
“Nos reunimos cuando nos invitan a alguna fiesta, nos vemos saliendo de misa, somos serviciales, si alguien le falta algo y si yo puedo ayudarle, yo le ayudo, o ellos me ayudan”, cuenta doña Christina, quien a sus 62 años se dedica a cuidar a un nieto de apenas 3 añitos.
Y como es el futuro de sus nietos lo que más le preocupa, muy decepcionada se sintió cuando no alcanzaron los uniformes que les prometieron que entregarían de forma gratuita.
“Por una hermana mía que vive allá en Tlajomulco me di cuenta de que empezaron a ayudar con los uniformes, y cuando empezaron a regalar aquí me decían que ya no había. Sí le dieron a mucha gente pero como no alcanzó para todos, dijeron que ahora los iban a mandar a las escuelas”, dijo.
Faltaban 20 minutos para las 6 de la tarde cuando Jorge Ortiz escuchó las canciones representativas de Movimiento Ciudadano y sin pensarlo le pidió a su sobrino que en su lugar cuidara la tienda.
El motivo principal por el que dejó sus ocupaciones fue la oportunidad de dialogar con Enrique Alfaro, a quien sigue desde que surgió la ratificación de mandato, una medida en la que los tlajomulquenses, a través de un voto de confianza, decidieron mantenerlo como su alcalde.
Luego de caminar tres angostas cuadras, llegó a la calle Hacienda Ciénega de Mata, donde platicó por varios minutos con cada uno de los candidatos, a quienes les aseguró que los jóvenes se alejarán del pandillerismo si tienen mejores oportunidades de concluir sus estudios y realizar actividades deportivas en los espacios públicos, a los que se cobra por ingresar.
“Vine por Alfaro, me interesan sus propuestas, sobre todo que con él los morros van a tener un apoyo pa’ ‘alivianarse’ en la prepa, y puede ser revocado si hace las cosas mal, no como los otros que roban sin que nadie los pare”, declaró don Jorge, quien está por cumplir 30 años como vecino de Balcones de Oblatos.
Hartos de engaños elecciones tras elecciones, los vecinos de esta popular colonia coinciden en que las soluciones no llegarán de la noche a la mañana, pero están entusiasmados con un gobierno donde ellos podrán cooperar y opinar directamente en cada una de sus peticiones.
Ellos forman parte de los cientos de miles de tapatíos que a pesar de que a diario cruzan la ciudad para trabajar y así generar que se mueva la economía, su voz es ignorada y la indiferencia los ha alejado aún más del centro de la capital del estado.
Todos los vecinos de Balcones coinciden en que el oriente está descuidado casi en su totalidad. Sus calles, repletas de hoyos, sólo son reparadas previo a las campañas electorales y tal cual como lo dijo don Jorge: “nomás les dan un ‘mejoralito’, no una vacuna efectiva”.