La Ferrocarril, barrio que no ha perdido la esperanza

19 Abril 2015

Guadalajara es una ciudad de esfuerzo, de ciudadanos comprometidos que todos los días demuestran su amor por una ciudad cuyos gobernantes la han abandonado, dejando en el olvido a miles de personas que viven en zonas que no tienen lo mínimo para poder vivir de manera digna, lugares a donde la mirada del gobierno sólo llega cada tres años para brindarles dádivas y dedicarles promesas.

La Colonia Ferrocarril es una muestra de esto, un lugar que al caminarlo es posible darse cuenta del deterioro social al que años de malos gobiernos han orillado a varios habitantes de nuestra ciudad, que no tienen garantizado el acceso al agua, que están expuestos a enfermedades y al vicio de la delincuencia que nadie parece estar interesado en desterrar. ¿Cómo es posible vivir con tantas necesidades en una metrópoli tan grande y con un presupuesto de más de cinco mil millones de pesos anuales?

La “Ferro” es un barrio que muestra varias caras de nuestra sociedad, al entrar hay comercios y mucha vida con los vecinos caminando en sus calles, comprando paletas en uno de los tradicionales carritos cuya música se va perdiendo entre más nos acercamos a las vías del tren, en donde un silencio reina entre techos de lámina y pisos de tierra a donde la esperanza sigue sin llegar. “Ya no hay unión como antes, ya no hay convivencia”, plática el señor Gerardo, que ha vivido en la colonia durante 15 años y añora la Guadalajara de antes, en donde los espacios públicos eran de la gente y no habían sido secuestrados por el miedo a la delincuencia.

Esta tarde la colonia tiene un ambiente diferente, la gente camina por la calle dedicada a los héroes que salvaron a Nacozari, con la esperanza de que lo que se van a encontrar al final no sea solo una promesa más, “queremos que se fijen más en los jóvenes” platica Cinthia Rizo, una joven mujer que acaba de formar una familia y está esperando un hijo, “que se fijen más también en las mujeres para tener más trabajo porque el dinero ya no alcanza, y que los muchachos puedan seguir estudiando”. La señora Alejandra tiene también algo que decir, “la gente de la comunidad mixteca que vive aquí no tiene luz ni servicios, y se tienen que colgar de los cables”. Ellos son una muestra más del abandono, sus caras de escepticismo lo dicen todo, no están dispuestos a más mentiras.

Lo que la gente del barrio no sabe es que ellos junto con muchos tapatíos serán en poco tiempo los héroes que recuperarán la dignidad de la ciudad, que el destino de la que alguna vez fue la Perla Tapatía estará en sus manos, porque ellos son los que deben mandar; “tengo confianza en una nueva etapa de nuestra vida como ciudadanos, tengo confianza” dice doña Enedina Rizo alegre, porque ella ya ha sido testigo de los que la gente unida puede lograr, “nosotros tenemos agua porque nos cooperamos y tenemos drenaje porque lo pusimos con nuestro dinero”.

“Tengo confianza en una nueva etapa de nuestra vida como ciudadanos, tengo confianza” dice doña Enedina Rizo alegre.

Se necesita ofrecer nuevas oportunidades a la gente, acercarlos a la cultura, al deporte, y darle nueva vida a sus barrios. “Hay vecinos de la colonia que se han ido con el sueño de verla transformada, que tengamos nuestras escrituras y que haya servicios para todos”, nos comenta Enedina, quien como muchos vecinos de la zona mantienen viva la esperanza que tener un gobierno con vergüenza, que no reparta promesas imposibles sino que solamente se comprometa a trabajar para todos. El ferrocarril suena a la distancia, como un presagio de que la locomotora que va a recuperar la ciudad ya está en camino, y nadie la va a poder detener.